jueves, 7 de mayo de 2009

ANTE LA DEMAGOGIA, NO PODEMOS PERMANECER QUIETOS

Las grandes propuestas de ciudad, -aquellas que implican una visión global y de futuro-, corren el peligro de ser incomprendidas e incluso rechazadas, si no van acompañadas de una explicación suficiente. No basta con qué una iniciativa sea "buena" en sí misma, sino que es necesario que la ciudadanía la perciba como tal. Y eso exige un esfuerzo de pedagogía que choca frontalmente con actitudes bien conocidas de grupos que, en nuestra ciudad, huyen del debate y de la confrontación política, parapetándose en ideas preconcebidas y guiones ya marcados, que no hacen sino esconder, en la mayoría de los casos, una ausencia total de ideas y proyectos serios para la ciudad.

Estos grupos usan un lenguaje muy simple y proyectan mensajes dirigidos directamente a provocar reacciones primarias y automáticas en sus destinatarios (A ver, si no, ¿quién es el guapo que no estaría de acuerdo, en principio, con afirmaciones del tipo "No més blocs", "No a l'especulació" o "Salvem l'última zona agrícola de L'Hospitalet"?). Pero la trampa saducea está en que el mensaje se queda ahí y lo que se transmite es una imagen sesgada e incompleta de la realidad; además, los que ponen en circulación estos mensajes pretenden evitar que los ciudadanos tengan una visión completa de la situación y desarrollen una capacidad crítica personal. Por eso, ya les va bien simplificar artificialmente la realidad y hacer de ella algo tan simple que sólo admita "blanco" o "negro", sin matices (¿Cómo se llama ésto?: Demagogia).

Ante tamaña actitud, sólo cabe una doble respuesta: Por un lado, hay que hacer los esfuerzos necesarios para explicar "toda" la realidad a los ciudadanos; pero, por otro, también hay que adoptar una conducta activa y denunciar sin ambajes la demagogia de aquellos que prefieren una ciudadanía ignorante pero sumisa, a unos ciudadanos conscientes y críticos.

[Porque el ciudadano crítico no es el que, por definición, está siempre "a la contra", sino el que tiene la capacidad y la motivación suficientes para discernir y valorar objetivamente la realidad; y ante el ciudadano crítico siempre es posible argumentar, -aunque no se llegue a un acuerdo final-, pero ante el ciudadano "teledirigido" no hay qrgumentos que valgan, porque nunca aceptará nada que se salga del guión prediseñado (por otros, claro está)].

Y esta respuesta no ha de surgir únicamente de la Institución, sino que ha de salir también del Partido, como conjunto de personas conscientes y comprometidas con la labor de gobierno de la ciudad. Por eso, ahora más que nunca, y teniendo un horizonte de dos años vista hasta las próximas elecciones municipales, es preciso que el Partido se visualice ante las entidades y ciudadanos.

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